Hipatia (Ὑπατία)

Hipatia (/y.pa.'ti.a/; Griego: Ὑπατία; Alejandría, 355 ó 370 - Ibidem, marzo de 415 ó 416[1] ) fue una filósofa y maestra neoplatónica romana, natural de Egipto,[2] que destacó en los campos de las Matemáticas y la Astronomía,[3] miembro y líder de la Escuela neoplatónica de Alejandría a comienzos del siglo V. Seguidora de Plotino, desdeñaba el misticismo y se centró en estudios lógicos y ciencias exactas, llevando una vida ascética. Educó a una selecta escuela de aristócratas cristianos y paganos que ocuparon altos cargos, destacándose el obispo de Ptolemaida, Sinesio de Cirene, que mantuvo una importante correspondencia con su maestra, Hesiquio el Hebreo y Orestes, que llegaría a ser prefecto romano de Egipto.

Hija del astrónomo Teón, Hipatia es la primera mujer matemática de la historia de humanidad de la que tenemos un conocimiento razonablemente seguro y detallado. Escribió libros sobre geometría, álgebra y astronomía y mejoró el diseño de los primitivos astrolabios, dispositivos mecánicos que simulaban el movimiento de los planetas, e inventó un hidrómetro.
Hipatia murió a una edad avanzada, 45 ó 60 años (dependiendo de cuál sea su fecha correcta de nacimiento), horrendamente linchada por una turba de
cristianos enfervorecidos, en el marco de la hostilidad cristiana hacia el declinante paganismo y las luchas políticas entre el patriarcado alejandrino y el poder imperial, representado en Egipto por el prefecto Orestes, ex alumno de la filósofa. Durante siglos se ha acusado al Patriarca Cirilo de Alejandría de ser el principal responsable de la muerte de Hipatia, aunque no existan más que alusiones indirectas para acreditarlo.
Su carácter anómalo de mujer entregada al pensamiento y la enseñanza en plena Tardoantigüedad, su fidelidad al paganismo en el momento de auge del catolicismo teodosiano como nueva religión del Estado y su cruel linchamiento a manos de cristianos, han dado una gran fama a Hipatia, cuya figura ha sido muy mitificada. Desde la época de la Ilustración se la presenta como a una supuesta "mártir de la ciencia" y símbolo de la presunta decadencia del mundo clásico frente al integrismo y la irracionalidad.[4] Sin embargo, su asesinato fue un caso único y excepcional, y de hecho la escuela neoplatónica alejandrina perduró hasta el siglo VII.[5]
Por su parte, los movimientos feministas la han reivindicado como paradigma de "mujer liberada", aunque al parecer estuvo casada con un tal Isidoro y se mantuvo virgen.[6] También se la ha asociado con la destrucción de la Biblioteca de Alejandría, si bien no hay ninguna referencia literaria que vincule a ambas: la Gran Biblioteca desapareció en un momento incierto del siglo III, o quizá del IV, y su sucesora, la Biblioteca-hija del Serapeo fue expoliada en 391; según las fuentes, Hipatia enseñaba a sus discípulos en su propia casa.


Vida
Juventud

"Había una mujer en Alejandría que se llamaba Hypatia, hija del filósofo Theón, que logró tales alcances en literatura y ciencia, que sobrepasó en mucho a todos los filósofos de su propio tiempo. Habiendo sucedido a la escuela de Platón y Plotino, explicaba los principios de la filosofía a sus oyentes, muchos de los cuales venían de lejos para recibir su instrucción."
Sócrates Escolástico.
[7]

Hipatia nació en Alejandría, capital de la diócesis romana de Egipto, a mediados del siglo IV, en 370, según algunas referencias, y en 355, al decir de otras. Pero dado que su discípulo Sinesio de Cirene nació en torno a 375, esta última fecha parece la más correcta. Su padre fue Teón de Alejandría, un célebre matemático y astrónomo, muy apreciado por sus contemporáneos, que probablemente debió trabajar y dar clases en la Biblioteca del Serapeo, sucesora de la legendaria Gran Biblioteca ptolemaica. Hipatia por su parte, se educó en un ambiente académico y culto, dominado por la escuela neoplatónica alejandrina, y aprendió matemáticas y astronomía de su padre, quien además le transmitió su pasión por la búsqueda de lo desconocido.

Según el rétor pagano del siglo VI Damascio de Damasco, la filósofa alejandrina era "de naturaleza más noble que su padre, [y] no se conformó con el saber que viene de las ciencias matemáticas, en las que había sido introducida por él, sino que se dedicó a las otras ciencias filosóficas con mucha entrega". Hipatia aprendió también sobre la historia de las diferentes religiones que se conocían en aquel entonces, sobre oratoria, sobre el pensamiento de los filósofos y sobre los principios de la enseñanza. Viajó a Atenas y a Roma siempre con el mismo afán de aprender y de enseñar.[8] Damascio afirmaba que "además de conseguir el grado más alto de la virtud práctica en el arte de enseñar, era justa y sabia, y se mantuvo toda la vida virgen", dato confirmado por la Suda, una enciclopedia bizantina del siglo XI, que sin embargo añade que fue "esposa de Isidoro el Filósofo".[9]

La escuela de Hipatia

En torno al año 400 se había convertido en líder de los neoplatónicos alejandrinos, y de acuerdo a la Suda,[9] se dedicó a la enseñanza de la filosofía, centrándose en las obras de Platón y Aristóteles. La casa de Hipatia se convirtió en un lugar de enseñanza donde acudían estudiantes de todas partes del mundo conocido, atraídos por su fama. Entre sus alumnos había cristianos como su alumno predilecto Sinesio de Cirene, obispo de Ptolemaida (409-13), perteneciente a una familia rica y poderosa, que mantuvo una gran amistad con su maestra.[10] Este personaje dejó escrita mucha información sobre Hipatia, y es por medio de él que se conocen sus obras, aunque ninguna se haya conservado. Dirigió a Hipatia las cartas 10,[11] 15,[12] 16,[13] 46,[14] 81,[15] 124[16] y 154[17] de su epistolario. En esta correspondencia se mencionan los nombres de varios alumnos de Hipatia que fueron condiscípulos suyos: el hermano menor y el tío de Sinesio, Alejandro,[18] Herculiano, del que fue gran amigo, y al que consideraba "el mejor de los hombres",[19] Olimpio, un rico terrateniente de Seleucia de Pireria amigo de Sinesio,[20] Isión, íntimo de Sinesio, Hesiquio de Alejandría, gramático y gobernador de Libia Superior, y su hermano Eutropio,[21] el sofista Atanasio, Gayo, pariente de Sinesio, el gramático Teodosio y el sacerdote Teotecno,[22] y unos tales Pedro y Siro,[23] además del futuro prefecto imperial de Egipto, Orestes. Se ha propuesto algunos otros nombres mencionados en las cartas de Sinesio, pero no hay pruebas de ello. En todo caso cabe indicar que sus alumnos fueron un grupo muy unido de aristócratas paganos y cristianos, algunos de los cuales desempeñaron altos cargos.[24]
El mencionado Herculiano era probablemente hermano de Flavio Tauro Seleuco Ciro, destacado miembro de la Corte imperial, que con posterioridad llegó a ser prepósito del sacro cúbículo, prefecto urbano de Constantinopla, prefecto pretoriano de Oriente (439) y cónsul (441), convirtiéndose en el hombre más poderoso del Imperio de Oriente después del propio emperador Teodosio II.[25]

El propio Sinesio manifiesta con elocuencia la devoción que Hipatia despertó en sus discípulos: en la carta 16 de su epistolario la saludaba como "madre, hermana y profesora, además de benefactora y todo cuanto sea honrado tanto de nombre como de hecho".

Hipatia era pagana, y le tocó vivir en tiempos duros para el declinante paganismo. Egipto se había convertido en sede de una de las comunidades cristianas más importantes del Imperio, y el Patriarca de Alejandría gozaba del máximo prestigio e influencia, junto a sus colegas de Jerusalén, Antioquía y Constantinopla, y sólo por debajo de la teórica autoridad del Patriarca de Roma. Teodosio I el Grande había convertido el llamado catolicismo en religión de Estado por el Edicto de Tesalónica de 380, imponiendo la ortodoxia nicena. Ello provocó la reacción tanto de los paganos como de las distintas interpretaciones del cristianismo, ahora oficialmente convertidas en herejías a perseguir y erradicar. A lo largo de las décadas siguientes tuvieron lugar grandes controversias y disputas entre las distintas facciones de cristianos, que llegaron en ocasiones a la violencia. Los filósofos neoplatónicos como Hipatia pronto fueron objeto de fuertes presiones. Algunos se convirtieron al cristianismo, pero Hipatia no consintió en ello a pesar de los consejos de sus amigos como el caso de Orestes, prefecto imperial y alumno suyo, que se había bautizado en Constantinopla antes de ir a desempeñar su cargo en Egipto. No obstante de su paganismo, Hipatia contó con la estima y protección de estas élites intelectuales cristianas, e incluso 120 años después de su muerte, el historiador Sócrates Escolástico, muy valorado por su imparcialidad,[26] la consideraba, a pesar de su religión, un "modelo de virtud". Orestes se dejaba aconsejar por Hipatia en los asuntos políticos y municipales,[27] y el retórico pagano Damascio confirmaba que Hipatia fue popular como consejera de las más altas magistraturas de Alejandría.[28] Su alumno Hesiquio sentencia que era adorada y reverenciada en Alejandría: "Vestida con el manto de los filósofos, abriéndose paso en medio de la ciudad, explicaba públicamente los escritos de Platón, o de Aristóteles, o de cualquier filósofo, a todos los que quisieran escuchar (...) Los magistrados solían consultarla en primer lugar para su administración de los asuntos de la ciudad..."; añadía que había recibido "muchas distinciones cívicas".[28]

Por entonces el enérgico patriarca de Alejandría era el copto Teófilo (385-412), que, según Sinesio de Cirene, tenía tanta influencia entre las clases altas de Alejandría como la propia Hipatia.[29] Gozaba de un inmenso poder, y en 391 obtuvo del emperador Teodosio una orden para demoler los templos paganos de su ciudad, entre ellos el Serapeum. Se supone que fue entonces cuando fue saqueada, o al menos vaciada, su biblioteca, sucesora de la gran Biblioteca de Alejandría. En 416, el teólogo e historiador hispanorromano Paulo Orosio vio con mucha tristeza los restos de la biblioteca del Serapeo, afirmando que «sus armarios vacíos de libros fueron saqueados por hombres de nuestro tiempo».[30] Hipatia evitó enfrentarse con Teófilo, cuyo gran enemigo fue el antioqueno Juan Crisóstomo, discípulo de Libanio y patriarca de Constantinopla, quien pretendía someterle a su autoridad. Teófilo obtuvo su gran victoria sobre el Crisóstomo en el Sínodo de la Encina, en 403, logrando su deposición y exilio.

A pesar de todo cuanto se dijo en contra suya, el episcopado de Teófilo trajo consigo a Alejandría una tranquilidad social desconocida durante la mayor parte del siglo IV, pletórico de tumultos. Además, sus construcciones le granjearon las simpatías de la clase trabajadora.[31]
Teófilo falleció el 17 de octubre de 412, y por su sucesión compitieron el archidiácono Timoteo y Cirilo, hijo de una hermana de Teófilo.[32] No era una querella baladí por motivos puramente religiosos, ya que el influyente patriarcado alejandrino era capaz de interrumpir los envíos de grano a la capital imperial y gozaba de una riqueza inmensa, que había permitido a Teófilo realizar grandes y lujosas construcciones, que asombraron a sus contemporáneos y escandalizaron a sus enemigos.[33] Además, Egipto acogía una de las mayores y más organizadas comunidades cristianas del Imperio. Abundancio, el comandante de las fuerzas imperiales en Egipto (dux militum Aegypti), apoyó a Timoteo en contra de Cirilo, ya que la corte imperial pretendía ahorrarse problemas evitando la elección de otro militante anticonstantinopolitano como Teófilo. Sin embargo, Cirilo logró el patriarcado gracias al buen recuerdo dejado por su tío (que llegaría a ser santo de la Iglesia Copta) y a la antipatía de los alejandrinos hacia todo lo que viniera de Constantinopla.

El episcopado de Cirilo muestra una notable continuidad con la política de Teófilo: presión contra los paganos, herejes y judíos, conservar el apoyo de las grandes comunidades monásticas, cultivar la alianza con Roma y oponerse por todos los medios a la creciente influencia del Patriarcado de Constantinopla, íntimo aliado del trono imperial.[34] Empezó por perseguir a los novacianos, a pesar del edicto de tolerancia que había promulgado hacia ellos Teodosio el Grande en 381. Comenzó así una serie de enfrentamientos y una amarga hostilidad entre el Patriarca de Alejandría y el prefecto imperial Orestes, que veía en el poderoso obispo un detractor del poder y autoridad absolutas del emperador. Durante los motines antijudíos que tuvieron lugar en esos años, Orestes trató de proteger a los hijos de Israel, pero sus sinagogas fueron saqueadas y convertidas en iglesias, y Cirilo logró expulsarlos de la ciudad tras una serie de incidentes de gran violencia.

Orestes puso estos hechos en conocimiento del Emperador, y, a juzgar por el relato de Sócrates Escolástico,[35] debió solicitar la deposición y destierro de Cirilo, el cual buscó entonces la reconciliación con el prefecto imperial, a lo que éste se negó. Llegaron entonces 500 monjes procedentes del Desierto de Nitria para proteger al Patriarca, y provocaron una sedición. Uno de ellos, Amonio, hirió a Orestes de una pedrada en la cabeza, por lo que fue ejecutado. Cirilo enterró su cadáver en una iglesia y le tributó honores de mártir, con lo que la ruptura entre el Patriarca y el representante imperial fue total.

La muerte de Hipatia

Empezó entonces a correr entre los cristianos de Alejandría el rumor de que la causante de la discordia entre Cirilo y Orestes era la influyente Hipatia, amiga y consejera de su ex alumno y, presumiblemente, opuesta a los abusos del poder religioso. En plena Cuaresma, un grupo de fanáticos, dirigidos por un lector de nombre Pedro se abalanzó sobre la filósofa mientras regresaba en carruaje a su casa, la golpearon y la arrastraron por toda la ciudad hasta llegar al Cesáreo, magno templo edificado por Augusto tras su victoria sobre Marco Antonio y convertido en catedral de Alejandría. Allí, tras desnudarla, la golpearon con tejas hasta descuartizarla, y sus restos fueron paseados en triunfo por la ciudad hasta llegar a un lugar denominado el Cinareo (por su nombre, se supone que un crematorio), donde los incineraron.[7] Debía tener unos 60 años en el momento de su muerte.[36]

Hesiquio sugería que el vínculo entre la astrología y la adivinación y la magia negra causaron su muerte. Un exaltado obispo copto del siglo VIII, Juan de Nikiû, la consideraba en plena ocupación árabe una bruja peligrosa, responsable del conflicto entre cristianos y judíos, y entre Orestes y Cirilo. Consideraba que la muerte de Hipatia no fue accidental, sino deseada por el obispo alejandrino, y la estimó una respuesta justificada a las provocaciones de la filósofa.[37]
Se entiende que Sócrates Escolástico achacó indirectamente a Cirilo la responsabilidad del asesinato de Hipatia, al manifestar que "este suceso acarreó no escaso oprobio tanto a Cirilo como a la iglesia de los alejandrinos",[7] ya que no hay nada más opuesto al espíritu del cristianismo que el crimen. Las demás fuentes narran el suceso de manera similar. El historiador arriano coetáneo Filostorgio se limitó a echar las culpas a los homousianos, fieles al credo de Nicea.[38] El historiador bizantino del siglo VI Juan Malalas se equivocaba al afirmar que Hipatia fue quemada viva (lo fue después de muerta), pero admitía la inducción de Cirilo y culpaba también a la propia naturaleza de los habitantes de Alejandría, violentos y "acostumbrados a toda licencia"[39] Juan de Éfeso, decía en la misma época que eran "una horda de bárbaros, directamente inspirada por Satán", y el propio Cirilo reprochó a los alejandrinos su carácter levantisco y pendenciero en su homilía pascual del año 419. De hecho, pocos años después, en 422, el sucesor de Orestes como prefecto imperial, Calisto, fue muerto en un nuevo tumulto. También se ha llegado a sugerir que la turba estaba enloquecida por los rigores del ayuno de Cuaresma.[40]

Finalmente, la entrada referente a Hipatia en la monumental enciclopedia bizantina del siglo XI conocida como Suda atribuye también la responsabilidad del crimen a la envidia de Cirilo y al carácter levantisco de los alejandrinos, y da la clave para comprender la triste muerte de la filósofa al equipararla a los crueles asesinatos de dos obispos impuestos a los alejandrinos por la corte imperial de Constantinopla: Jorge de Capadocia (m. 361) y Proterio (m. 457).[9] El primero fue atado a un camello, despedazado y sus restos quemados; y el segundo arrastrado por las calles y arrojado al fuego, asesinatos muy similares al de la propia Hipatia.

Se ha especulado con la intrigante posibilidad de que Cirilo mantuviera contactos con Hipatia a través de su ex alumno el obispo Sinesio de Cirene, amigo de su difunto tío el patriarca Teófilo.[41] La muerte de Sinesio en 413 podría explicar en parte la repentina entrada de Hipatia en la política local y su oposición al Patriarcado. En todo caso, con las fuentes de las que disponemos no deja de ser una mera conjetura.

Sobre la motivación que Cirilo podría haber tenido para ordenar o inducir la muerte de la filósofa, los historiadores han concluido la confluencia de al menos cinco móviles:

La propia intolerancia del obispo hacia el paganismo y el neoplatonismo, que tanto había influido en el arrianismo.
La amistad e influencia de la filósofa sobre el prefecto imperial Orestes y las clases altas de Alejandría.
Los deseos de vengar la muerte del monje Amonio, ordenada por Orestes, quizá aconsejado por su ex-maestra.
La hostilidad de Hipatia hacia Teófilo y su sobrino por la destrucción del Serapeo y el saqueo de su biblioteca en 391, que posiblemente la llevara a azuzar el enfrentamiento entre el prefecto imperial y el patriarca.
El deseo de lanzar una seria advertencia a Orestes, mediante la muerte de alguien tan cercano como Hipatia.

Christopher Haas, de la Universidad John Hopkins, concluye que "jamás sabremos si el propio Cirilo orquestó el ataque, o si, al igual que en la agresión contra Orestes, ciertos partidarios se decidieron unilateralmente a luchar en favor del patriarcado".[42]

La muerte de Hipatia levantó un gran revuelo.[43] Tras el cruel asesinato, Orestes informó de los hechos y pidió a Constantinopla que interviniera. La Suda afirma que el emperador Teodosio II quiso en principio castigar a Cirilo, tanto por justicia como por ser un gran protector de las enseñanzas filosóficas[9] pero, a la postre, la reacción imperial se limitó a retirar al Patriarca los 500 monjes que le servían como guardia de corps,[44] lo que ha llevado a algunos historiadores a suponer que fueron éstos, y no el populacho mencionado en todas las fuentes, los responsables del asesinato de la filósofa. La medida fue sin embargo rescindida al cabo de dos años, permitiéndose además aumentar su número a 600.[45] Que Cirilo saliera tan bien parado fue posiblemente debido a la influencia de la hermana del Emperador, la augusta Pulqueria, cristiana devota de gran ascendente sobre su hermano, en cuyo nombre gobernaba mientras éste se dedicaba a tareas intelectuales.[46]

El asesinato fue un crimen oprobioso para los cristianos y redujo la influencia política del patriarcado alejandrino. Tras la muerte de Hipatia, sus relaciones con la Corte Imperial se suavizaron y la veneración hacia el monje Amonio desapareció, ya que los mismos alejandrinos reconocían que había merecido la muerte por su atentado y no por haber sido obligado a renegar de Cristo. Cirilo no pudo impedir que su rival doctrinal, Nestorio, gozara del favor imperial y fuera elegido Patriarca de Constantinopla en 428, pero logró finalmente su deposición en el Concilio de Éfeso de 431. Convertido en uno de los personajes más influyentes de la Iglesia, a su muerte en 444 fue santificado, y es considerado uno de los Doctores de la Iglesia debido a su extensa obra doctrinal.

No hubo más actos violentos contra los filósofos paganos de Alejandría, cuya Escuela siguió floreciendo hasta pleno siglo VII, sin que su actividad se viera interrumpida siquiera por el cierre de la Academia de Atenas en tiempos de Justiniano I (529).[47]

Obras

"Consiguió tal grado de cultura que superó de largo a todos los filósofos contemporáneos. Heredera de la escuela neoplatónica de Plotino, explicaba todas las ciencias filosóficas a quien lo deseara. Con este motivo, quien quería pensar filosóficamente iba desde cualquier lugar hasta donde ella se encontraba"
Sócrates Escolástico
Ninguna de sus obras se ha conservado, pero se conocen gracias a sus discípulos, como
Sinesio de Cirene o Hesiquio de Alejandría, el Hebreo.[48]
Comentario a la Aritmética en 14 libros de Diofanto de Alejandría.[49]
Canon astronómico.
[50]
Comentario a las Secciones cónicas de
Apolonio de Perga, su obra más importante.[51]
Tablas astronómicas: revisión de las del astrónomo
Claudio Tolomeo, conocida por su inclusión en el Canon astronómico de Hesiquio.
Edición del comentario de su padre a
Los Elementos de Euclides.[52]
Además de cartografiar cuerpos celestes, confeccionando un planisferio,
[53] también se interesó por la mecánica. Se sabe que inventó un destilador, un artefacto para medir el nivel del agua y un hidrómetro graduado para medir la densidad relativa y gravedad de los líquidos, precursor del actual aerómetro,[54] descrito por Sinesio de Cirene:
...es un tubo cilíndrico con la forma y dimensiones de una flauta, que en línea recta lleva unas incisiones para determinar el peso de los líquidos. Por uno de los extremos lo cierra un cono, adaptado en posición idéntica, de manera que sea común la base de ambos, la del cono y la del tubo. Cuando se sumerge en el líquido ese tubo, que es como una flauta, se mantendrá recto, y es posible contar las incisiones, que son las que dan a conocer el peso.
Sinesio de Cirene, Carta 15, a Hipatia.
[55]
Sinesio también la defendió como inventora del astrolabio, aunque astrolabios más tempranos precedan el modelo de Hipatia al menos un siglo - y su propio padre fue famoso por su tratado sobre ellos.[56]




Legado
Antigüedad tardía

Al poco de su muerte se publicó en su nombre una carta falsificada que atacaba al Cristianismo. Varias décadas después, a comienzos del siglo el rétor pagano Damascio, último escolarca de la Academia de Atenas, exiliado en Persia tras su cierre por Justiniano el Grande en 529, "deseoso de explotar el escándalo de la muerte de Hipatia",[57] culpó directamente a los cristianos y fue el primero en achacar expresamente el crimen al patriarca Cirilo, atribuyéndolo a los celos que sentía de la influencia de Hipatia sobre la oligarquía urbana.

Durante mucho tiempo se sostuvo que un epigrama del poeta Palladas[58] estaba dedicado a Hipatia, pero Georg Luck argumentó con gran solidez que ni el poema era de Palladas, ni tenía nada que ver con la filósofa. Para Luck no se trataría sino del epitafio que otro poeta, Panolbio, dedicó según la Suda a Hipatia, hija de un alto funcionario imperial de la segunda mitad del siglo V, el prefecto del pretorio Eritrio, y fundadora de una iglesia en honor de la Virgen.[59]
Con la cristianización de la Escuela Filosófica de Alejandría en tiempos de Justiniano I, el peso de Hipatia entre los filósofos paganos se contrapesó con la figura de Santa Catalina de Alejandría, a quien se consagró un gran monasterio en el Sinaí.[60] Eventualmente, la historia de ambas mujeres empezó a confundirse,[61] llegando a afirmarse que la historia de su martirio fue un invento para contrarrestar el de la pagana Hipatia.

Mundo moderno [editar]

En el siglo XIV, el historiador Nicéforo Grégoras describió a la virtuosa emperatriz Eudoxia Makrembolitissa como "segunda Hipatia".[62]
En sus Memoirs pour servir à l'historie ecclésiastique... (1693), el abate jansenista Le Nain de Tillemont exculpaba a Cirilo considerando lo contraproducente que fue este crimen, algo impropio de un político tan astuto como era el Patriarca.

A comienzos del siglo XVIII, el erudito deísta John Toland usó su muerte como base para un extenso panfleto anticatólico titulado "Hipatia, o la historia de una las damas más hermosas, virtuosas, cultas y distinguidas en todos los aspectos; que fue despedazada por el clero de Alejandría para satisfacer el orgullo, la envidia, y la crueldad de su arzobispo, común pero inmerecidamente llamado San Cirilo, donde la califica de "encarnación de la belleza y el saber", sosteniendo que los varones deberían "avergonzarse para siempre de que pudiera encontrarse entre ellos alguien tan brutal y salvaje como para, en lugar de embriagarse con la admiración de tanta belleza y sabiduría, manchar sus manos de la manera más bárbara con la sangre de Hipatia, y sus almas impías con el estigma de haber cometido un crimen sacrílego".[63] La obra de Toland es considerada una de la más influyentes en la formación del mito de Hipatia. Su publicación condujo a que Thomas Lewis escribiera una refutación en 1721: "La Historia de Hypatia, la imprudentísima maestra de Alejandría: asesinada y despedazada por el populacho, en defensa de San Cirilo y el clero alejandrino. De las calumnias del señor Toland".[64]

Otro abate jansenista, Claude Pierre Goujet, realizó también una gran defensa de San Cirilo en su carta incluida en los vols. V y VI de la Continuation des Mémoires de litterature et d'histoire, del padre Desmolets (1728). Por su parte, Voltaire se valió de la filósofa para dejar clara su aversión por la Iglesia, considerando la muerte de Hipatia "un asesinato bestial perpetrado por los sabuesos tonsurados de Cirilo, con una banda de fanáticos a sus espaldas". Con ello pretendía demostrar que el fanatismo religioso producía el exterminio de los genios y la esclavitud de los espíritus.[65] En su particular hostilidad hacia todo lo cristiano, el historiador inglés Edward Gibbon[66] indicaba que Cirilo estaba tan celoso de su influencia y de la popularidad que "alentó, o aceptó, el sacrificio de una virgen, que profesaba la religión de los griegos", y nunca fue castigado por tal crimen, ya que "la superstición quizá expía de mejor grado la sangre de una virgen que el destierro de un santo". Gibbon hacía a Cirilo culpable no sólo de la muerte de Hipatia, sino de todos los problemas del Egipto de la época, sin citar fuentes.

Con la irrupción del Romanticismo, el siglo XIX supuso el auge del mito literario de Hipatia. En 1827 la condesa italiana Diodata Saluzzo Roero sugirió en Ipazia ovvero delle Filosofie, un poema en dos volúmenes, la extravagante teoría de que en realidad Hipatia fue convertida por Cirilo al Cristianismo, pero que fue asesinada por un "sacerdote traicionero". Charles Leconte de Lisle publicó un poema titulado Hypatie (1847), en que la filósofa era otra víctima de un mundo, el Antiguo, que se apagaba. En una segunda versión, de 1874, la "necesidad histórica" era ya sustituida por el ataque contra el Cristianismo. En el poema, una Hipatia enamorada de la belleza del universo se encara con el cerril y dogmático obispo Cirilo.

Por otra parte, Charles Kingsley realizó en 1853 una pintoresca novela de ficción titulada Hypatia, or New Foes with an Old Face,[67] que retrató a la erudita, en realidad casi anciana al morir, como una joven "heroína desvalida, pretenciosa y erótica", que encarnaba "el espíritu de Platón y el cuerpo de Afrodita" (sic). La filósofa presenta en la novela un odio visceral por el Cristianismo, y es correspondida por el envidioso y despótico Cirilo, que trata de sabotear sus clases. El prefecto Orestes, un intrigante dipsómano, involucra a la filósofa en sus ambiciones al trono imperial, proponiéndola matrimonio. Hipatia se acaba desengañando de Orestes a medida que crece el conflicto entre el obispo y el prefecto, y acaba por sufrir una crisis espiritual justo antes de su asesinato, siendo convertida por un cristiano judío llamado Rafael Aben-Ezra. La idea central es la de Hipatia como icono de un mundo de armonía clásica que se desvanece ante el avance de una religión supersticiosa que esclaviza la razón.[68]

Astronomía

Las Rimae Hypatia, tras el cráter Moltke (foto tomada por el
Apolo 10).
El asteroide
(238) Hypatia (descubierto en 1884) y el cráter lunar Hipatia fueron bautizados en su honor. Este último se sitúa junto a los cráteres que recuerdan a su padre Teón y a los patriarcas Cirilo y Teófilo. Con unas medidas de 28 x 41 km, se localiza en los 4,3°S y 22,6°E del meridiano lunar. Unos 70 km al norte del cráter se halla un sistema de canales de 180 km de longitud llamado Rimae Hypatia, un grado al sur del ecuador lunar, a lo largo del Mare Tranquillitatis.